Las muñecas de los narcos by Andrés López López & Juan Camilo Ferrand

Las muñecas de los narcos by Andrés López López & Juan Camilo Ferrand

autor:Andrés López López & Juan Camilo Ferrand [López López, Andrés & Ferrand, Juan Camilo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Biografía
editor: ePubLibre
publicado: 2010-05-24T00:00:00+00:00


PAMELA

Qué es lo que quiere la reina

I

«El tipo era divino, superbuena gente, pero yo en esa época era una niñita. El hijuemadre me enredó. Duramos dos años de novios. El primero porque yo quería, y el segundo porque me tenía obligada. Yo le decía que no quería salir con él, pero ahí mismo me reviraba».

—Ah, ¿no vas a salir conmigo? Vamos a ver. A vos no te voy a hacer nada, pero lo primero que hago es matar a tu papá y luego a tu mamá. Con eso te quedás sufriendo toda la vida.

Con ese acento caleño, lento y pronunciado, que todavía mantiene así haya salido de su Cali natal hace ya varios años, Pamela se refiere a Erick, el primer narcotraficante con el que tuvo una relación amorosa, poco después de terminar con su primer novio. Para ese entonces ella tenía 16 años. Él, 33.

Pamela creció en el marco de una familia de clase media en la ciudad de Cali, compuesta por mamá, papá y hermano mayor. Hacia los 14 años era una muchacha como cualquier otra de las de su barrio y su colegio. Iba a clases, muy juiciosa, y tenía un novio de 16 años, que la conquistó con rosas, bonitas palabras y todo el arsenal que los adolescentes suelen usar para enamorar. Duraron dos años de novios, tiempo en el cual no llegaron más allá de darse besitos a escondidas de los papás. Pamela se ríe recordando a este primer hombre en su vida. No por nostalgia o porque se le alborote el alma con los recuerdos sino porque en realidad se le asoma un vestigio de pesar. «A ese pobre no le di ni una cogidita de teta. Mi virginidad la perdí con un amigo que tenía 28 años». Desde allí la historia de su vida dejó de ser ordinaria. Incluso todavía recuerda que este primer noviecito la llamó un día, hace algunos años, con una propuesta tan sorpresiva como su repentina aparición. Le dijo que al día siguiente se casaba pero que, si ella lo deseaba, cancelaba la boda. Casi 20 años después, todavía permanecía enterrada en su corazón la huella de una mujer menuda, de casi 1,58 metros, de rostro fino, ojos negros, mirada fija y un cuerpo moldeado por innumerables cirugías estéticas. Aunque, claro, a los 15 años su cuerpo aún no había sido tocado por el bisturí.

En la casa de Pamela no hacía falta nada. Vivía cómodamente junto a unos padres que esperaban que ella siguiera el camino predestinado a una familia acomodada: terminar el colegio, entrar a la universidad y graduarse; casarse, tener una familia y formar un hogar. En el caso de Pamela, ella cumplió a cabalidad únicamente con lo primero: terminó el colegio. Para aquella época, ya Erick estaba rondando su morada, cual gato salvaje que le da vueltas a su presa.

Cierto día que Pamela debía asistir a unas clases de preparación para el ICFES[3], una amiga suya y sus dos acompañantes la convencieron de ir a tomar unos tragos en lugar de asistir al salón de clases a recibir la instrucción.



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